Depresión
La tristeza es una emoción impopular: ‘No te pongas triste por esa tontería’, ‘Anímate, lo que tienes que hacer es arreglarte y salir más’. Sin embargo, la tristeza – como todas las emociones, positivas y negativas – cumple una función muy importante: nos ayuda a integrar las pérdidas y adaptarnos a una nueva situación donde algo o alguien que valorábamos mucho, ya no está.
Cuando esta tristeza se alarga en el tiempo y viene acompañada de apatía, desesperanza, sentimientos de inutilidad o vacío, hablamos de depresión. Las actividades y personas de las que disfrutabas ya no te llenan, no tienes fuerzas ni ganas de hacer las tareas del día adía, mucho menos de planes nuevos. Tienes la sensación de que no hay nada bueno en ti, no vales, no eres capaz de hacer las cosas ‘como antes’. Los demás parecen ajenos a todo esto, no saben escucharte, no te entienden o te responden como si te hubieras buscado este malestar tú mismo. El mundo parece un lugar oscuro donde las cosas no van bien y no tienen pinta de ir mejor en el futuro, sientes que nada merece la pena y a veces piensas que la única solución es desaparecer.
El suicidio es el último recurso de la desesperanza, un tema muy serio que merece atención profesional. Si estás sufriendo tanto que no puedes más, no lo dudes, pide ayuda: hay teléfonos gratuitos, personas a tu alrededor a quienes importas y profesionales de la salud mental especialmente preparados para que puedas manejar ese sufrimiento y sentirte mejor.
Los estados depresivos son muy incapacitantes. Además, cuanto menos hacemos peor nos sentimos. Por eso, es recomendable buscar ayuda psicológica cuando los síntomas estén invadiendo todas las esferas de tu vida (familiar, laboral, social y personal).
Podemos ayudarte a escuchar esa tristeza en su parte útil y a conocerte mejor para aprender a superar las consecuencias de ésta en tu vida.