¿Alguna vez has pensado en el suicidio como opción?
Seguramente conozcas a alguien de tu entorno que ha fallecido por suicidio, o que lo ha intentado en algún momento. Y es que este es un tema doloroso y sensible que nos afecta a todos como sociedad, directa o indirectamente. Lo que no se puede ocultar es que el suicidio va acompañado de una situación que no distingue de sexos, ni de clases sociales, ni de educación ni de poder adquisitivo: EL SUFRIMIENTO. De quienes deciden ponerle fin a su vida y de los que se quedan y no pudieron “salvar”, acompañar a su ser querido.
Buscar ayuda profesional puede ser el primer paso para atajar esta situación tan dolorosa.
¿Qué es el suicidio?
A día de hoy, el suicidio sigue siendo un tema tabú en nuestra sociedad, considerándose incluso un delito en muchas culturas. Sin embargo, es una escalofriante realidad que deja más de 4.000 fallecimientos en nuestro país en el año 2023. (Fuente Ministerio de Sanidad)
Muchas de las personas que terminan por suicidarse no quieren morir, sino dejar de sufrir.
El suicido es una manera de escapar de una vida sin esperanza, presentándose como única oportunidad aparente para solucionar los problemas.
Algunos datos y cifras sobre el suicidio
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año, más de 720.000 personas fallecen por suicidio, siendo esta la tercera causa de defunción entre personas de 15 a 29 años.
En ocasiones ocurren en situaciones de crisis, de forma impulsiva, cuando la persona no se ve capaz de enfrentar factores muy estresantes, como problemas económicos, enfermedades, … sin embargo, con la ayuda de profesionales especializados, es posible ver la luz al final del túnel.
Factores de riesgo del suicidio:
No podemos predecir un intento de suicidio con total seguridad, pero puede ser útil conocer algunos factores que aumentan el riesgo en estas personas. No todos afectan de la misma forma:
Algunos afectan indirectamente, son vulnerabilidades preexistentes que pueden facilitar la ideación o comportamiento suicida. A veces, pueden estar relacionados con nuestro entorno o ambiente. Estos son, por ejemplo:
Tener una historia familiar de suicidio previa
Haber sufrido adversidades tempranas en la vida (p.ej., negligencias o abuso físico o sexual en la infancia).
Otros factores actúan como mediadores, los cuales son:
Rasgos de personalidad: ansiedad, impulsividad o agresividad
Adversidades tempranas en la vida
Déficits cognitivos: dificultades en las habilidades de resolución de problemas, en la memoria autobiográfica o pesimismo.
Por último, existen otros factores que afectan directamente a la persona, aumentando el riesgo:
Factores sociales-económicos, ambientales, como por ejemplo: crisis económicas, desempleo, sufrir acoso, pertenecer a minorías sociales, aislamiento social, soledad.
Factores psicológicos: dolor psicológico insoportable, falta de sensación de pertenencia a un grupo, percepción de ser una carga para los demás, desesperanza, sentimientos de derrota, impulsividad, planificación, ejecución de un plan, acceso a métodos letales o exposición a conductas suicidas
Presencia de un problema de salud mental.
Factores de protección frente al suicidio:
Existen otros factores que “protegen” a las personas frente al riesgo de suicidio, es decir, existen ciertas circunstancias que reducen la probabilidad de contemplar la muerte por suicidio como una alternativa al dolor. Algunos de ellos son:
– Las relaciones sociales sólidas:
Cultivar y mantener relaciones personales estrechas, sanas y sólidas; basadas en la confianza.
Apoyo social, emocional o financiero de la pareja, amigos o familiares.
-Las creencias religiosas o espirituales:
Puede permitir el acceso a una comunidad y a un conjunto compartido de valores.
Puede disminuir un factor de riesgo mediante la prohibición del consumo de alcohol.
–Estrategias de afrontamiento eficaces:
Capacidad de recuperación frente al estrés y los traumas.
Estabilidad emocional, optimismo y una identidad personal bien desarrollada.
Autoestima, competencia personal y capacidad para resolver problemas, incluyendo la búsqueda de ayuda cuando sea necesario.
Hábitos de vida saludable (ejercicio físico frecuente, alimentación y sueño adecuados, considerar la repercusión del consumo de alcohol y otras drogas sobre la salud, contacto social, etc.).
Señales de alerta del suicidio
Por lo general, existen ciertas señales de alarma que nos indican que la persona podría estar pensando en quitarse la vida. Debemos prestar atención para poder identificarlas y prevenirlo. Algunas de ellas son:
Hablar sobre: querer morirse, sentir una gran culpa o vergüenza, ser una carga para los demás.
Sentirse: vacío, sin esperanza, atrapado o sin razones para vivir, extremadamente triste, ansioso, agitado o lleno de ira, con un dolor insoportable (emocional o físico).
Cambiar de comportamiento como: hacer un plan o investigar formas de morir, alejarse de los amigos, regalar artículos importantes o hacer un testamento.
Hacer cosas muy arriesgadas como conducir con rapidez extrema, mostrar cambios de humor extremos, comer o dormir demasiado o muy poco, consumir alcohol o drogas con más frecuencia.
Mitos sobre el suicidio
El tema del suicidio ha generado y genera mucha polémica. No es algo con lo que nos sintamos cómodos hablando. Existen en nuestra sociedad algunos mitos que debemos conocer y desmentir; seguro que has escuchado alguno de los que comentamos a continuación:
Mito 1. Preguntar a una persona si está pensando en suicidarse, puede incitarle a hacerlo.
Recomendación: Preguntar y escuchar a la persona en riesgo sobre sus pensamientos y emociones aliviará su tensión. Es muy importante escuchar y respetar a la persona, eso le indicará que nos preocupa y que queremos ayudarle. Discutir o quitarle importancia a estas ideas es una actitud equivocada.
Mito 2. Hablar sobre el suicidio públicamente tiene efectos devastadores.
Recomendación: La clave está en difundir únicamente la información necesaria para que sea un recurso de ayuda. Tratar el suicidio de forma inadecuada puede provocar un efecto contagio en personas vulnerables. Sin embargo, si se hace correctamente, puede ser una herramienta poderosa para la prevención (enviar mensajes correctos sobre la posibilidad de prevenirlo, difundir los recursos donde se puede pedir ayuda, etc.).
Mito 3. La persona que expresa su deseo de acabar con su vida nunca lo hará.
Recomendación: Estas verbalizaciones nunca deben ser consideradas como un chantaje o manipulación de la persona para obtener un fin determinado. Por el contrario, escuchar de forma adecuada permite que la persona pueda pedir ayuda y encontrar un espacio en el que sentirse segura.
Mito 4. La persona que se quiere suicidar no lo dice.
Recomendación: Pensar que las personas en riesgo no darán señales ni hablarán de ello conlleva el riesgo de no prestar atención a aquellos que manifiestan sus ideas suicidas o amenazan con suicidarse. Cuando se produce una sospecha de que alguien está en riesgo, se debe indagar y tomarse muy en serio todas las amenazas de autolesión.
Mito 5. El suicidio es impulsivo y la mayoría de personas con ideas suicidas no avisan.
Recomendación: Es erróneo pensar que no podemos hacer nada para prevenirlo. Los intentos de suicidio, en muchas ocasiones, pueden prevenirse, por ello es tan importante que aprendamos a detectar las señales de alarma y que conozcamos cuáles son los factores que reducen o incrementan el riesgo.
Mito 6. Solo las personas con problemas graves se suicidan.
Recomendación: Valorar, desde nuestro punto de vista, lo que para otros puede ser más o menos grave, puede llevar a que infravaloremos el dolor de la situación que viven actualmente.
Mito 7. Es un problema aislado y no afecta a la infancia y adolescencia.
Recomendación: Nunca hay que minimizar la gravedad con la que un niño, niña o adolescente ve sus problemas ni el dolor que le pueden causar. Si existen sospechas es necesario hablar con el menor y buscar ayuda.
Mito 8. La persona que se suicida quiere morir.
Recomendación: La mayoría de las personas no desean morir, sino dejar de sufrir. Escuchar y apoyar son claves. La búsqueda de ayuda para resolver los problemas y recibir apoyo emocional puede ser clave en la prevención del suicidio.
Prevención y tratamiento del suicidio
¿Cómo ayudar a alguien que lo está pasando mal?
Antes de ayudar a alguien que lo está pasando mal, plantéate las siguientes preguntas:
¿cómo te sientes tú al ver a alguien sufrir?
¿cómo gestionas tú tu propio malestar?
A veces gestionamos la adversidad desde la evitación. Ver sufrir a alguien nos genera rechazo. Nos cuesta tolerar el dolor, y más cuando es tan extremo como para que la otra persona quiera desaparecer.
A continuación, te proponemos algunas claves para ayudar a alguien que está sufriendo:
Nuestra presencia y saber escuchar es mucho más eficaz de lo que pensamos. Si preguntamos “¿te quieres desahogar o distraer?” dejamos que la persona decida qué hacer con su malestar en ese momento.
Algunas frases que puedes decir y que pueden ser de ayuda para alguien que está sufriendo:
Estoy aquí para ti
Cuenta conmigo
No estás sola
He visto que últimamente estás más triste, ¿hay algo que te gustaría compartir conmigo?
Estoy aquí para lo que necesites
No es culpa tuya sentirte así
No eres una carga, quiero ayudarte
Debe ser muy doloroso lo que estás pasando
Ante la duda, pregunta “¿qué necesitas?”, “¿qué puedo hacer por ti?”
Que NO decir a alguien que lo está pasando mal:
A veces, incluso con la mejor de nuestras intenciones, utilizamos frases dolorosas y que hacen sentir juzgados a los demás. Por eso, trata de evitar este tipo de frases:
Tranquilízate
No te pongas así
No le des tantas vueltas
Hay gente peor que tú
Tampoco es para tanto
No le des importancia
Lo que tienes que hacer es animarte
Todos tenemos problemas
Debemos intentar validar las emociones de la otra persona, sin hacerle sentir culpable, ofreciéndole en espacio en el que poderse expresar con libertad.
Apunta los siguientes consejos para apoyar y ayudar a alguien que no se encuentra bien emocionalmente:
Da espacio
Recuerda que no es tu malestar. Escucha y atiende. Sin urgencia, sin la presión de tener que dar un consejo. Deja que la otra persona se desahogue, descargue, respetando sus tiempos y su propio ritmo. Pregunta “¿quieres que hablemos de ello?” y respeta su respuesta.
No juzgues
No minimices ni exageres el problema. Evita frases como “siempre igual”, “ya te lo dije”.
No dar lecciones
Trata de no solucionar los problemas, mejor pregunta que en qué puedes ayudar y qué necesita, recordándole que estás aquí con ella.
Valida sus emociones
Aceptar los sentimientos de la otra persona sin emitir juicios le ayudará a expresarse y sentirse comprendido.
Anímale a buscar ayuda profesional
Acudir a terapia no te hace menos capaz, te acerca a ese estado de bienestar que deseas alcanzar.
Cómo prevenir el suicidio:
Si detectas que alguien de tu entorno lo está pasando mal y piensa en el suicidio, aquí te dejamos algunos puntos clave para ayudar a esa persona y tratar de prevenirlo:
Identifica las señales: vender o regalar sus pertenencias de forma repentina, despedirse de sus seres queridos, son señales de alarma a las que tenemos que atender.
Prevenir hablando abiertamente: si tienes dudas, pregúntale. Intenta conocer hasta qué punto lo ha planeado. Si lo tiene planificado, más urgente y necesaria será la intervención.
Muestra tu apoyo y acompaña: ayuda a evitar el sentimiento de soledad.
Si te has sentido identificado o conoces a alguien que está pasando por esta situación, por favor pide ayuda. No estás sola, no tienes por qué atravesar todo esto tú solo. Desde Oceane Psicólogos podemos ayudarte. Contacta con nuestro equipo de profesionales.